Desde cómo se transportan las personas hasta cómo éstas calientan sus hogares. La Comisión Europea ha presentado recientemente un conjunto de normas en materia medioambiental que cambiará el día a día de los europeos en las próximas décadas. Las 13 medidas marcan la hoja de ruta climática del futuro y apuntalan el camino para conseguir que en 2050 Europa se convierta en el primer continente neutralmente climático del mundo. Se busca así hacer realidad el Pacto Verde Europeo. En el corto plazo, el objetivo es reducir los gases de efecto invernadero un 55% con respecto a los niveles de 1990.
Conocido como Fit for 55, el paquete contempla algunas medidas como el fin de la venta de automóviles diésel en 2035 para fomentar el uso de los coches eléctricos, un impuesto al carbón de frontera en 2026 o una estrategia forestal para plantar 3.000 millones de árboles para 2030. El sistema de comercio de emisiones (ETS) de la Unión Europea (UE) en vigor también aumenta su espectro y encarecerá el precio de los vehículos privados o de la energía que consumen los hogares. “La economía de los combustibles fósiles ha alcanzado sus límites. Queremos legar a la próxima generación un planeta sano, buenos puestos de trabajo y un crecimiento que no perjudique nuestra naturaleza”, señaló Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
Uno de los elementos más importantes es el aumento en los límites a la contaminación. Para ello, se incluye una decena de nuevos impuestos al carbono, especialmente en los referidos a los transportes aéreos y marítimos. Además, para 2026, las empresas extranjeras estarán sujetas a la tasa impositiva del impuesto de carbón de fronteras. Países como Estados Unidos, China o Rusia podrán ver gravados productos como el acero o la energía. El otro objetivo es fomentar una competencia leal y no dejar a las firmas comunitarias en una posición de desventaja en los mercados. En esta línea, la UE deberá demostrar ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) que no está defendiendo un modelo productivo proteccionista, sino liderando el ejemplo global hacia un planeta más sostenible.
Otra de sus arterias es la nueva Directiva sobre las fuentes de energías renovables. A día de hoy, la producción y el uso de la energía son responsables del 75% de las emisiones de CO2. La nueva meta para 2030 es producir el 40% de toda la energía del bloque comunitario a partir de fuentes renovables. En esta línea, los edificios tendrán que caminar hacia la sostenibilidad. Cada año, el 3% de las infraestructuras públicas deberá ser renovada para reducir el consumo energético con métodos más limpios e impulsar la eficiencia energética.
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“Las ventajas de actuar ahora para proteger a las personas y al planeta son evidentes: un aire más limpio, ciudades y pueblos más frescos y verdes, ciudadanos más sanos, menor consumo de energía y facturas más bajas, oportunidades tecnológicas e industriales, más espacio para la naturaleza y un planeta más saludable para las generaciones futuras”, resume el Ejecutivo comunitario en su estrategia. Sin embargo, esta transición tendrá un coste elevado para los ciudadanos, la industria y la administración. Para evitar dejar atrás a los sectores más vulnerables se ha creado un Fondo Social para el Clima que contará con hasta 72.200 millones de euros distribuidos entre los 27 Estados miembros con criterios de proporcionalidad.
Duras negociaciones por delante
“Se trata de la década decisiva en la lucha contra las crisis climática y de biodiversidad. La UE ha fijado objetivos ambiciosos y hoy se presenta la manera de alcanzarlos. Conseguir un futuro ecológico y saludable para todos requerirá un esfuerzo considerable en todos. La transición de Europa será justa, ecológica y competitiva”, afirmó Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión y responsable del Pacto Verde Europeo.
De momento, la que ha visto la luz es la propuesta de la Comisión Europea. Pero ahora arranca la vía más difícil: las negociaciones con el Parlamento y el Consejo Europeo, que pueden prolongarse durante años. Algunos países, como Polonia, temen quedarse atrás por su gran dependencia del carbón. También Francia cuenta con una base muy elevada de energía nuclear.
En cualquier caso, allanar el camino de la UE hacia la transición ecológica ha sido desde el inicio de esta legislatura la gran apuesta política de la Comisión. La irrupción de la pandemia de la COVID-19 ha supuesto, además, un nuevo impulso a esta ambición. Conseguir un continente más sostenible es, junto a fomentar la transformación digital de la sociedad y de las empresas comunitarias, uno de los grandes vectores del Fondo Europeo Next Generation EU.
De hecho, dentro del marco de este Fondo, el Gobierno de España ha aprobado como primer proyecto estratégico para la recuperación y transformación económica (PERTE) el centrado en el desarrollo del vehículo eléctrico y conectado.
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